En “El momento decisivo” (1952), Henri Cartier-Bresson dice: “Nada de fotos con flash, por supuesto, aunque más no sea por respeto a la luz, aún cuando no está. Porque sino el fotógrafo sería alguien insoportablemente agresivo”.
La frase sirvió para definir a toda una corriente del fotoperiodismo surgida a partir de la obra de Erich Salomon, a fines de la década de 1920 y, con ello, significó la consolidación de un culto al purismo sin fisuras en el reportaje: las fotos se deben hacer con la luz que hay y, si es insuficiente, no se hacen fotos (*).
Para entonces, imágenes algo borrosas, con grano, que se supone registran el clima de los hechos tal como se han vivido, pudieron ser logradas gracias a los adelantos tecnológicos donde se combinan objetivos de alta luminosidad con materiales de mayor sensibilidad.
Esta es sin dudas una manera de hacer fotoperiodismo, que ha dado a través de la historia las mejores fotografías del género, incluso en condiciones adversas. Sin embargo, como principio, supone renunciar a realizar fotografías en un ámbito de penumbra.
“Muy comprensiva”
Arthur Goldsmith, editor de la revista Popular Photography en la década de 1950, en un reportaje que le realizó a W. Eugene Smith, le recordó aquella idea y le preguntó “¿cual es su actitud hacia la luz ambiente en un trabajo fotográfico?”, y obtuvo como respuesta: “Muy comprensiva”, pero aclaró que al margen de poder utilizar cualquier fuente de iluminación, la “copia final debe sobreponerse a las condiciones de iluminación, favorables o desfavorables; es decir, que es preciso conjurar las dificultades hasta aplicar la iluminación propuesta y exigidas por las características del motivo que vamos a fotografiar ... porque cuando no puedo ver al sujeto que debo fotografiar es lógico que trate de utilizar alguna fuente de iluminación”.
Goldsmith le comentó que “los puristas en materia de iluminación” dicen que “la adición de una fuente de iluminación artificial casi siempre destruye el valor o el aspecto de una escena real”.
La respuesta de Gene Smith es categórica: “Pues, que son como niños que no salen del andador. Les he oído decir muchas veces que la luz del ambiente es la única que nos puede proporcionar una verdadera fotografía. Esos puristas se resignan a aceptar la visión empañada que les brinda el ambiente —que en definitiva no es otra cosa que la miopía que afecta a todos los defensores de tan peregrina idea— y que incluso les impide especificar aquello que condenan”.
"Spanish Village"
En 1950, Gene Smith realizó uno de sus ensayos más memorables en el pequeño pueblo de Deleitosa, en Extremadura, España, cuya comunidad de humildes campesinos vivía la pobreza en un país que en gran medida estaba aislado culturalmente de Europa a consecuencia del franquismo. Ahí realizó 1.575 fotografías de las cuales eligió 20 para publicar en Life, que pasó a ser uno de los ejemplares de mayor éxito de la editorial con la impresión de 22 millones de revistas.
“Había un cirio que se extinguía lentamente sobre la negrura del recinto”, comienza relatando para describir la imagen de un anciano en su lecho de muerte rodeado por sus deudos. “En el caso de una exposición de tres segundos, con el objetivo en f:1,2 hubiera sido aún insuficiente, aparte de no poder sostener la claridad que ponía un tinte emocional a la escena. Lentamente extraje el reflector de destello. Al observar la luz, noté que el cirio se consumía con languidez; identificado en el sentido de la iluminación. Llevé la luz desnuda exactamente frente al cirio, e hice la fotografía cuyo negativo sería fuente de graves dificultades para la obtención de la copia”.
“Nurse Midwife”
Uno de los ensayos más importantes realizado por Smith en 1951 para la revista Life, se refiere una partera en el medio rural de la comunidad negra en California del Sur. Publicado con el título de “Nurse Midwife”, tiene como protagonista a Maude Callen.
Smith menciona que la luz en la habitación donde iba a nacer el pequeño era muy tenue: “no podía resultar más adversa la situación del farol de kerosene, al fondo de personas de tez oscura sobre un marco formado por sábanas blancas”. Fue entonces que iluminó la escena con lámparas sobrevoltadas, lo que le permitió “recoger fotográficamente” la expresión y las emociones del momento.
“Yo hubiera incurrido en un flagrante abandono de la ética profesional si llego a admitir esas fotografías sin la intervención de una luz adicional. Prescindir de ese factor era una contradicción frente a la pobre iluminación que había. Y me resisto a creer que el documento fotográfico que recogió ese hecho —el nacimiento de un niño— sea menos verídico por la luz de sobrevoltaje utilizada”.
La luz con un propósito
Un fotógrafo, al identificar el tema, descubrir el mejor punto de vista y ángulo de toma y de esa manera esperar el instante que le permita revelar el acontecimiento, debe antes resolver la iluminación, ya sea para aprovechar las condiciones propias del ambiente o crear la luz que sirva a ese propósito.
Sin luz no hay fotografía, es así de sencillo. Hoy se puede fotografiar hasta con la iluminación de una vela, sacrificando un poco de nitidez, gracias a la gran sensibilidad de las películas y de los sensores, pero eso no significa que el recurso del empleo de luz artificial por sobre la del ambiente haya perdido validez.
En situaciones como las descriptas por Gene Smith, los problemas continúan siendo los mismos a pesar de todos los avances tecnológicos.
(*) La escena de la película “King Kong” con el gorila perdiendo la mansedumbre por los destellos de los flashes podrían confirmar semejante tesis.
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